El consumo de heroína a largo plazo conlleva cambios en la función cerebral, según un estudio reciente.
Durante el estudio se investigó los cerebros de heroinómanos, centrándose en un área del cerebro conocida como el núcleo estriado, que desempeña un papel clave en el abuso de las drogas. Hallaron cambios significativos en la forma en que el ADN era usado en los cerebros; y el alcance del cambio se correspondió con el número de años de adicción a la heroína.

El riesgo de muerte de un heroinómano es de 20 a 30 veces mayor
También hallaron evidencias de que las sobredosis de heroína provocan cambios cerebrales al margen de la adicción, lo que indica que las conductas que llevan a la sobredosis tienen una base neural distinta de las que llevan al abuso a largo plazo.
Los cambios observados en la función cerebral son impulsados por un proceso llamado epigenética. Esto significa que los eventos ambientales modifican la forma y la presentación del ADN sin cambiarlo en sí.
En vez de ello, la estructura del ADN se hace más "abierta" o "cerrada", permitiendo que algunos genes se manifiesten con mayor o menor frecuencia. Esto cambia qué proteínas se producen y, como resultado, puede cambiar la forma en que el cerebro funciona, señalaron los investigadores.
El estudio se presentó en la reunión anual de la Society for Neuroscience, en San Diego.
"Nuestro estudio aborda un punto crítico en nuestro conocimiento sobre la adicción a la heroína, porque con frecuencia no podemos estudiar directamente los cerebros de los adictos", comentó en un comunicado de prensa de la sociedad la autora principal del estudio, Yasmin Hurd, de la Escuela de Medicina Icahn de Mount Sinai, en Nueva York.
"Los resultados proporcionan información importante sobre la forma en que el cerebro humano cambia en respuesta al uso a largo plazo de la heroína, lo que puede ser de ayuda para combatir esta peligrosa adicción ", apuntó Hurd.
Según la Organización Mundial de la Salud, 9.5 millones de personas en todo el mundo abusan de la heroína, lo que los coloca en un riesgo de muerte de 20 a 30 veces mayor que el de las que no consumen drogas.