Todo indica que la falta de observación estricta de los protocolos es la causa del contagio. La enfermera reconoce que “pudo tocarse la cara con los guantes”, al médico que la atendió “las mangas del traje le venían cortas”, la retirada de los trajes “no se supervisaba por expertos” o la ambulancia “no se desinfectó con la necesaria diligencia”, informan los medios.

La mortalidad de los casos no tratados ronda el 90 por ciento
La Comunidad de Madrid acusa a la auxiliar de mentir, los médicos se quejan de la falta de información (probablemente con toda razón), los sindicatos aprovechan para añadir leña al fuego y... para qué hablar del pobre perrito, Excalibur, y de la patulea que da más valor a su vida que a la posibilidad, real, de que constituyera una fuente de contagio. Así seguimos, tan felices, mirándonos el ombligo y echando balones fuera.
Hay que tomárselo en serio
Aplicación de los protocolos… Además, ahora nos enteramos de que los españoles difieren de los que establece la OMS, tampoco queda claro en qué medida. Pero nadie sabe el porqué.
Confiemos en que las autoridades sanitarias sean capaces de subsanar esta lamentable concatenación de circunstancias, establezcan normas mucho más serias y… sepan transmitirlas a los profesionales afectados. A ver si todos nos concienciamos de lo extraordinariamente importante que es seguirlas. Sería un desastre nacional que se produjeran más casos.
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Seis personas permanecen ingresadas
A día de hoy, permanecen seis personas ingresadas: la auxiliar de enfermería, su marido, el médico especialista que la atendió, la médica de Atención Primaria a la que aquella acudió, un enfermero del equipo de sanitarios que trajo a los misioneros y un camillero.
A la fecha, ninguna de ellas –hecha sea la excepción de la auxiliar de enfermería– muestra síntoma alguno de infección.
Dos personas han recibido el alta tras dar negativas en la segunda prueba de contagio del virus.