Alteraciones respiratorias durante el sueño en los niños
Es muy frecuente que los niños presenten alteraciones respiratorias durante el sueño (entre el 4% y el 10% de la población), que van desde los ronquidos, la respiración trabajosa y agitada, hasta la presencia de apneas (pausas en la respiración).

Es muy frecuente que los niños presenten alteraciones respiratorias durante el sueño.
Estas alteraciones, al igual que en el caso de los adultos, se deben a un aumento de la resistencias en las vías aéreas superiores durante el sueño, y determinan un espectro de anomalías -ronquidos, síndrome de elevación de la resistencias de las vías aéreas y síndrome de apneas en el sueño- todas ellas englobadas en el síndrome de alteraciones oclusivas respiratorias (SAOS) durante el sueño.
¿Cuándo sospechar esta situación?
Existen una serie de síntomas nocturnos y diurnos que nos deben poner sobre aviso:
Síntomas nocturnos
- El ronquido es el síntoma más común. No siempre los padres son conscientes de que su hijo ronca (duermen en otra habitación, etc.). A veces, la serie de ronquidos es interrumpida por pausas (apneas), pero dado que en los niños suelen tener estas alteraciones durante la fase REM del sueño (siglas de Rapid Eye Movement o movimiento rápido del ojo que describen una fase del sueño cercana a la vigilia, es decir no muy profunda, en la que se producen los sueños), pueden pasar desapercibidas.
- Respiración dificultosa, como si luchasen para respirar, incluso con retracción de las costillas.
- Sueño inquieto, con continuos movimientos y despertares sobresaltados.
- Tendencia a dormir en posiciones atípicas: sentado, abrazado a la almohada, con el cuello hiperextendido, etc.
- Sudoración profusa durante el sueño.
Síntomas diurnos
- La excesiva somnolencia diurna: aunque es muy rara en los niños a diferencia de los adultos.
- Alteraciones en la conducta: timidez excesiva, aislamiento social, hiperactividad, agresividad, dificultad para mantenerse concentrados, "no responden cuando se les pregunta", etc.
- Alteraciones del desarrollo psicomotor: deficiente rendimiento escolar, distracciones frecuentes ("episodios en blanco"), etc.
- Retrasos en el crecimiento, incluso aunque estén dentro de los percentiles, sobre todo si están en los percentiles bajos.
- En los casos más graves el niño puede presentar una importante tendencia a la fatiga, disnea de esfuerzo e, incluso insuficiencia cardiaca franca.
- Las alteraciones respiratorias durante el sueño también pueden influir sobre el desarrollo de ciertas estructuras. Así, puede haber problemas de mala oclusión dentaria, por alteraciones en el desarrollo del maxilar inferior y "pectum excavatum" (depresión de la parte inferior del esternón) por el continuo aumento del esfuerzo respiratorio durante el sueño. Esto es importante, porque algunos tratamientos de ortodoncia, dirigidos a corregir la mala oclusión, empeoran los trastornos respiratorios durante el sueño, creando círculos viciosos.
Factores de riesgo
Existen una serie de situaciones que predisponen a las alteraciones respiratorias durante el sueño en los niños, que deben alertar a los padres y pediatras:
- Obesidad: es un factor de riesgo importante, aunque hay muchos niños no obesos con trastornos respiratorios en el sueño.
- Anomalías nasales, orofaríngeas o laríngeas.
- Malformaciones genéticas: síndrome de Down, síndrome de Arnold Chiari, mielomeningocele.
- Alteraciones neurológicas, como la parálisis cerebral.
¿Cómo se diagnostica el SAOS en los niños?
Si el pediatra o los padres del niño sospechan la presencia de SAOS en un niño, deben referirlo a una unidad del sueño para confirmar el diagnostico y evaluar la gravedad del trastorno. Aunque la polisomnografia completa nocturna, que es el nombre del estudio que se realizará, tiene algunas limitaciones en los niños, es la exploración más utilizada.
La grabación en vídeo durante el sueño, si es prolongada (más de cuatro horas) puede ser muy útil, tanto en el domicilio del niño como en el laboratorio del sueño.
¿Cómo se trata el SAOS en los niños?
Se debe intentar corregir la obesidad, si el niño la presenta.
En los niños con hipertrofia de las adenoides o las amígdalas y SAOS, el tratamiento de elección es la intervención quirúrgica para extirparlas. Con todo, a veces el problema no se resuelve completamente, y son necesarias nuevas intervenciones en el área otorrinolaringoloidea, como la uvulupalatofaringoplastia (o UPPP, extirpación parcial de la úvula y parte del paladar blando) la tonsilectomia lingual (resección de la amígdala lingual, situada en la parte posterior de la lengua), o la intervención quirúrgica en el maxilar superior o el inferior. En casos verdaderamente difíciles, la traqueotomía permanente puede ser la mejor opción.
En casos leves, o cuando la obstrucción nasal sea el factor que se considera más importante, se pueden conseguir marcadas mejorías eliminando la descongestión nasal o con corticoides locales (fluticasona).
En niños de cualquier edad, incluyendo bebés, también se puede utilizar los procedimientos CPAP o BiPAP, que mediante una bomba de presión conectada a una mascarilla, somete las vías aéreas a cierta presión. La CPAP (Continuous Positive Airway Pressure o presión positiva continua en la vía aérea) transmite una presión continua, mientras que en el BiPAP (Bi-level Positive Airway Pressure o presión positiva a dos niveles en las vías aéreas) la presión no es continua, sino que oscila con el ciclo respiratorio, de forma que es más alta con la inspiración y disminuye durante la espiración. Aunque la fase de adaptación es más delicada que en los adultos, la CPAP por lo general, es bien tolerada y efectiva en los niños.