Pueden ser extremadamente dolorosas. Pero, ¿qué son? ¿Se pueden prevenir?
Se ha incluido el dolor que pueden causar, llamado habitualmente ‘cólico nefrítico’ entre el que causan los 20 trastornos más dolorosos: la rotura de huesos, la apendicitis y las hernias de disco, por ejemplo. Pero ¿qué causa esas piedras? ¿Cómo saber que son la causa de ese dolor?

¿Qué causa las piedras en el riñón?
Las piedras en el riñón, o cálculos renales, son causadas por productos de desecho como el calcio, el amoníaco o el ácido úrico en la sangre, que ocasionalmente se aglutinan formando cristales que se acumulan dentro del riñón.
Los cálculos renales son bastante comunes y la mayor incidencia se da entre los 30 y los 60 años de edad. Afectan en mayor medida a los hombres que a las mujeres.
Determinados factores influyen en su formación: si no bebes suficientes líquidos, si tomas ciertos medicamentos o si tienes un trastorno que aumenta los niveles de algunas sustancias en la orina.
Son de tamaño, forma y color variables, yendo desde un grano de arena hasta, en casos extremos, crecer hasta el tamaño de una pelota de golf.
Factores de riesgo
Afectan a aproximadamente una de cada 10 mujeres y tres de cada 20 hombres, y es más probable padecer cálculos renales si:
- Sigues una dieta alta en proteínas y baja en fibra
- Estás inactivo o en cama
- Tienes antecedentes familiares de cálculos renales
- Has tenido varias infecciones renales o urinarias
- Tienes un único riñón en pleno funcionamiento
- Has sufrido alguna operación quirúrgica del aparato digestivo
- Tienes una enfermedad intestinal, como la enfermedad de Crohn.
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Qué medicamentos pueden causarlas
Desafortunadamente, hay evidencia de que ciertos medicamentos pueden aumentar el riesgo de desarrollar piedras de forma recurrente. Entre ellos, algunos de uso muy frecuente, como la aspirina, los antiácidos y los diuréticos. También pueden causarlas ciertos antibióticos y algunos medicamentos antirretrovirales y antiepilépticos.
Los síntomas
Los cálculos renales pueden presentarse en uno o en ambos riñones, pero no siempre dan problemas. Los más pequeños pueden pasar desapercibidos y eliminarse sin dolor alguno por la orina. Pero a partir de un cierto tamaño pueden bloquear alguna parte del aparato urinario –el propio riñón, el uréter o la uretra– y causar un dolor intenso en el abdomen o la ingle, y provocar, en ocasiones, una infección del tracto urinario (ITU).
Los síntomas habituales de los cálculos renales son:
- Dolor, que suele ser persistente, en la parte inferior de la espalda, en la parte trasera o el costado del abdomen, la ingle, los testículos o el escroto.
- Dificultad para permanecer quieto
- Náuseas
- Necesidad frecuente de orinar
- Dolor al orinar
- Olor raro, orina turbia o sangre en la orina
- Cansancio
- Malestar general
Si también hay una infección en el riñón, es posible que se presente fiebre alta, escalofríos y debilidad.
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El diagnóstico
Por lo general, tu médico de familia podrá diagnosticarlos a partir de los síntomas e historial médico, especialmente si los has tenido con anterioridad. Por lo general, pedirá análisis de sangre y de orina, tanto para verificar el correcto funcionamiento de los riñones como para comprobar los niveles de determinadas de sustancias cuyo exceso podría ser la causa, como el calcio.
Es útil tratar de orinar a través de una gasa o con una media, para tratar de evitar que el cálculo se pierda, ya que su análisis facilitará el diagnóstico y ayudará a encontrar el tratamiento más adecuado para cada caso.
En casos graves, el médico te podrá derivar a un urólogo, que posiblemente pida una radiografía, una tomografía computerizada o una ecografía.
El tratamiento de las piedras renales
Si los cálculos tienen menos de 4 mm de diámetro, por lo general el médico te mandará a casa, con analgésicos para el dolor. Los cálculos de mayor tamaño se pueden romper (litotricia) mediante ultrasonidos o láser.
Ocasionalmente, para eliminar cálculos renales muy grandes puede ser necesaria la cirugía. Es posible que necesites tomar medicamentos antieméticos (contra las náuseas).
En cualquier caso, trata de beber mucha agua para mantenerte hidratado.
Aunque no siempre, es posible que te ingresen en el hospital en las siguientes circunstancias:
- El dolor es extremadamente alto
- Tienes riesgo de insuficiencia renal
- Los síntomas persisten, a pesar de los analgésicos
- Estás deshidratado y vomitas, con lo que tendrás problemas para retener los líquidos
- Estás embarazada
- Tienes más de 60 años.
Cómo prevenir los cálculos renales
Se estima que hasta la mitad de quienes han padecido cálculos renales los volverán a tener en los siguientes cinco años. Pero hay medidas a tu alcance que pueden ayudar a que no se reproduzcan:
Bebe mucha agua
La mejor manera de prevenirlos es beber mucha agua a diario. Evitarás la deshidratación y la acumulación de productos de desecho. Bebe más cuando haga calor o al hacer ejercicio, para reponer inmediatamente los líquidos perdidos con el sudor.
Cambia adecuadamente tu dieta
Si el cálculo está causado por un exceso de calcio, la recomendación es reducir los oxalatos en la dieta. Los alimentos que contienen oxalatos incluyen la remolacha, el chocolate, los espárragos, los frutos secos (como almendras, cacahuetes y anacardos), los productos derivados de la soja y granos como la harina de avena, el germen de trigo y el trigo integral.
No suprimas el calcio
No se debe reducir el calcio de la dieta a no ser que el médico de familia lo indique, ya que es muy importante para mantener huesos y dientes sanos.
Ácido úrico
Para evitar el desarrollo de una piedra de ácido úrico, conviene reducir la cantidad de carne, pollo, pescado azul y marisco, entre otros, en la dieta.
Medicamentos
Es posible que te receten medicamentos para cambiar los niveles de acidez o alcalinidad de la orina. Sin embargo, algunos medicamentos que puedas estar tomando, como hemos señalado antes, podrían contribuir a la formación de los cálculos y deberá ser el médico quien indique lo más conveniente en cada caso.