Introducción y definición de obesidad infantil
En los últimos años se ha generado mucha información sobre los riesgos que conlleva la obesidad y el aumento en la frecuencia de ésta, tanto en niños como en adultos, aumentando el interés por este problema de salud pública.

En España el 25% de los jóvenes menores de 24 años tiene sobrepeso y el 13% es obeso.
En los adultos se define y clasifica la obesidad mediante el índice de masa corporal (IMC) que es el resultado de dividir el peso (en kilos) por la altura (en metros) al cuadrado (peso/altura2). Los valores normales son los mismos para hombres y mujeres a cualquier edad.
En niños la forma habitual para definir y clasificar la obesidad es la comparación del peso del niño con el peso de una población de niños normales. Cada vez se usa más el IMC, pero en el caso de los niños se ha de tener en cuenta la edad y el sexo, ya que el IMC “normal” cambia con la edad de forma diferente en niños y niñas.
Por lo tanto no es posible dar una cifra o relación exacta que sirva para todos los casos, y para saber si un niño es obeso se debe recurrir a tablas específicas, que tienen los pediatras. Como regla general, los niños con un IMC superior a 30 se consideran obesos y deben acudir a la consulta de un pediatra, especialmente si la estatura es menor de la que debiera corresponder para su edad.
La frecuencia de obesidad esta aumentando en todos los países desarrollados. En España el 25% de los jóvenes menores de 24 años tiene sobrepeso y el 13% es obeso. Esta frecuencia es mayor en las provincias del sur que en Aragón y en Cataluña y, asimismo, aumenta a medida que se reduce el nivel socioeconómico.
Las causas de la obesidad infantil
El aumento en la frecuencia de la obesidad infantil se debe a diferentes factores que crean una situación en el que las calorías que se ingieren son superiores a las que se gastan y el exceso se acumula en forma de grasa.
Alimentos ricos en grasas
Un factor importante es la oferta de alimentos dirigidos o diseñados para los niños ya que muchos de estos productos son ricos en grasa y en calorías: la repostería, las hamburguesas, las salchichas, las patatas fritas, los “snacks”y los postres preparados, como natillas, arroz con leche etc., que cada vez se consumen con más frecuencia.
Entorno familiar
Otro factor, si cabe más importante, es el entorno familiar por la abundancia de alimentos y por recibir la presión de la sociedad y la propaganda.
Como consecuencia de la incorporación de la mujer al trabajo se crea una situación en la que mantener una alimentación tradicional a base de “comida casera” es cada vez más difícil y se van sustituyendo las verduras, hortalizas y legumbres por precocinados, embutidos o fritos, así como la fruta por repostería. A esta tendencia se une la poca afición de los niños por las verduras, el pescado o la fruta. Por lo tanto, se ha ido creando una situación que favorece cada vez más el consumo de calorías y cada vez menos el de alimentos sanos.
El sedentarismo
El sedentarismo es otro factor que se debe considerar. Los niños antes jugaban en la calle pero ahora suelen jugar en casa, donde la actividad física y por tanto el gasto de calorías es menor reduciéndose al mínimo cuando los niños juegan al ordenador o ven la televisión. Además, con frecuencia esta última actividad se acompaña de picotear o comer “snacks”.
Factores genéticos
Respecto a los factores genéticos, hay que indicar que son importantes ya que, con frecuencia, los niños obesos tienen padres obesos. De todas maneras, en muchas ocasiones esto solamente indica una alimentación incorrecta de toda la familia. En muy pocos casos la obesidad infantil se debe a un trastorno genético o a una enfermedad metabólica.
En resumen, los niños viven en un medio que favorece la obesidad y para contrarrestarlo es necesario observarlos y vigilarlos para evitar los factores que condicionan comer más de lo que se gasta.
Pronóstico
La obesidad infantil no es un problema meramente estético y no está exenta de riesgos. Entre un 30% y un 80% de los niños obesos serán adultos obesos. Además, su tratamiento planteará mayores dificultades que el tratamiento de los sujetos con obesidad de comienzo tardío.
La obesidad del adulto se asocia con enfermedades como diabetes mellitus, infarto de miocardio, hipertensión arterial, cálculos biliares y artrosis de rodilla, cadera y columna. Además, se sabe que el peso a los 18 años esta claramente relacionado con la aparición de infarto de miocardio años después, incluso aunque se pierda peso después de los 20 años. El riesgo aumenta de forma importante en los jóvenes obesos que aumentan de peso a lo lago de la edad adulta. Aunque el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares es pequeño durante las primeras décadas de la vida, la obesidad favorece la elevación del colesterol y de los triglicéridos, que a su vez facilitan el desarrollo de arteriosclerosis.
La obesidad en el adolescente también incrementa la mortalidad global en la edad adulta por diferentes causas, especialmente por cáncer de colon, como se desprende del “Harvard Growth Study”.
En niños obesos son más frecuentes los problemas articulares y ortopédicos, como alteraciones en la cadera o de la tibia. Algunos problemas como los esguinces de tobillo se resuelven más lentamente en estos niños que en aquellos cuyo peso es normal.
En pacientes muy obesos se puede producir acumulación de grasa en el hígado y alteraciones en la función hepática, así como ardores de estómago por reflujo del contenido gástrico hacia el esófago. Otra complicación de la obesidad es la apnea del sueño que, aunque no es tan frecuente como en adultos, pueden padecerla los niños obesos que roncan y se duermen fácilmente durante el día.
Estas enfermedades concretas conllevan además trastornos psicológicos, motivados por el rechazo y discriminación social hacia los jóvenes obesos. De hecho, incluso los mismos niños de seis años prefieren como amigos a niños que no sean obesos y a medida que los chicos van creciendo sufren una mayor discriminación.
Algunos estudios demuestran que hay personas que tienden a considerar que estos jóvenes son menos limpios. Además los estudiantes obesos tienen más dificultad para encontrar pisos o apartamentos en alquiler. En EEUU las chicas obesas tienen mayores dificultades para ser admitidas en colegios que las chicas delgadas con un nivel académico similar, completan menos años de estudios, se casan con menor frecuencia y tienen menos ingresos.
Tratamiento de la obesidad infantil
El tratamiento de la obesidad infantil implica aumentar el gasto calórico de la actividad física y modificar la dieta. Es importante resaltar que estas modificaciones deben ser permanentes.
Ejercicio físico
Los niños suelen ser aficionados a practicar algún deporte, pero con frecuencia los niños obesos tienen menos habilidad y capacidad para las actividades físicas por lo que encuentran menos satisfacción en ellas. Por esta razón, es necesario encontrar una actividad como puede ser bailar, correr, pasear o hacer senderismo para que estos niños la puedan incluir de forma regular en sus hábitos de vida.
En principio, se puede tener un nivel aceptable de actividad física haciendo ejercicio entre 20 y 30 minutos tres días a la semana. Estas actividades deben integrarse preferiblementeen la rutina diaria, como por ejemplo ir andando al colegio, utilizar menos el ascensor, o realizar los desplazamientos que lo permitan a pie y debería incluir la participación de los padres o amigos para que las actividades resulten más divertidas.
De hecho, los niños observan en los adultos de su entorno modelos de comportamiento que poco a poco van adoptando para si mismos, siendo importante en el desarrollo de las conductas. No es probable que una actividad que no produce ninguna satisfacción se convierta en un hábito para el niño. En la misma línea se deben evitar los juegos de ordenador y el tiempo dedicado a ver la televisión.
Dieta
En cuanto a la dieta, no son necesarias, o incluso están contraindicadas las dietas drásticas, salvo en casos de obesidad extrema y siempre bajo vigilancia médica. No se persigue una pérdida de peso muy rápida, sino más bien que el niño vaya creciendo normalmente pero sin aumentar mucho de peso. De esta manera llega un momento en que la relación peso-altura se normaliza.
Por lo general, la normalización de la relación peso-altura se consigue siguiendo una dieta sana, es decir, una alimentación basada en verduras, cereales y fruta, donde la carne, los embutidos y la repostería constituyen la excepción y no la norma. Ello conlleva una implicación muy importante por parte de la familia, que está obligada a realizar cambios importantes en la cesta de compra, en el contenido de la nevera y en la forma de cocinar, cambios que pueden afectar a los demás familiares. Sin la colaboración de la familia es imposible de mantener una dieta que, además, debe dar el apoyo afectivo y psicológico necesario a los niños con más riesgo de sufrir rechazo.
Es fundamental vigilar los alimentos que el niño toma a media mañana, en la comida y en la merienda. Sobretodo en el caso de los niños que comen fuera de casa en los comedores escolares. A media mañana suele ser conveniente sustituir los bocadillos por fruta, zumos y yogur desnatado, en la comida es importante insistir en las verduras y evitar los fritos y respecto a la merienda puede ser útil sustituirla por una merienda-cena.
En la figura que acompaña este artículo se puede ver las recomendaciones para una alimentación sana en la infancia con un diagrama de frecuencia de consumo de alimentos en forma de pirámide.
Fármacos
En el tratamiento de la obesidad infantil no esta justificado el uso de fármacos. La obesidad es un problema crónico que debe abordarse por cambios en la alimentación y en el estilo de vida y no puede solucionarse con el uso crónico de medicamentos o hierbas adelgazantes.
Otras medidas
Se debe intentar comer despacio, para prolongar la comida y favorecer la aparición de la sensación de saciedad. Ésta es una de las razones por la que no se deben consumir alimentos energéticamente densos, como fritos, repostería o carnes grasas. Tampoco es bueno comer mientras se ve la televisión ya que contribuye a asociar ambas conductas.
Otros tratamientos
En niños con obesidades extremas que dificultan incluso actividades simples, pueden estar justificados tratamientos más intensos que impliquen el uso de fármacos o incluso recurrir a la cirugía.