No estás sano solo por estar delgado

Articulo original del Dr. Dominic Tran, publicado en The Conversation. Traducción de NetDoctor.

¿Basamos en el peso el estado de salud?

La tendencia general es estimar el grado de delgadez o gordura de una persona mediante el Índice de Masa Corporal (BMI), que es un marcador globalmente aceptado que relaciona el peso con la estatura. Si el BMI es superior a 25, se considera que tiene sobrepeso, y obeso si llega o supera el 30. Pero no contempla el porcentaje de grasa en el cuerpo y, finalmente, no nos puede decir si la persona está sana o no.

Mujer delgada midiéndose la cintura

El estudio de otros baremos que afectan al estilo de vida, como la dieta o la frecuencia con que hace ejercicio a lo largo del último año, dio como resultado que hasta un 23% de quienes tienen un BMI por debajo de 25 (o sea que no tienen exceso de peso) están en riesgo de tenerlo en el futuro.

Esto viene a corroborar la falta de precisión del BMI en cuanto a si la persona está o no sana. Dicho de otro modo, personas aparentemente sanas por su relación estatura-peso, pueden no estarlo si no siguen un estilo de vida sano.

El estudio se realizó en 2017, a cargo del Health Department de Queensland, en Australia.

¿Importa el estilo de vida si no hay sobrepeso?

Mucha gente diría que no, que si está delgado porque come poco, aunque no haga ejercicio está sano. Pero lo cierto es que puede parecer sano “por fuera”, pero podría tener los mismos problemas “por dentro” que una persona obesa.

Si consideramos los factores de riesgo asociados al ictus, a la enfermedad cardiaca o al cáncer, el primer pensamiento se dirige al tabaco, al colesterol, a la tensión arterial y al peso. Lo cierto es que una dieta insana y el sedentarismo tienden a olvidarse y ambos incrementan el riesgo y juegan papeles importantes en el desarrollo de algunos cánceres.

Resumiendo: aun si no fuma y no está gordo, ser sedentario y comer mal incrementa el riesgo de enfermedad cardiaca.

Magdalenas con crema y dulces

Hay pocas investigaciones que tengan en cuenta la dieta y el ejercicio como factores de riesgo en personas “sanas por fuera”, en comparación con personas “no sanas por fuera”. Hay un estudio que asoció el riesgo de los diferentes factores de estilo de vida con las complicaciones que siguen a un síndrome coronario agudo (un infarto de miocardio).

Los hallazgos que mostró fueron categóricos: seguir una dieta sana y hacer ejercicio regularmente dividió por dos el riesgo de padecer una complicación mayor (como un ictus o incluso la muerte) en los seis meses siguientes al accidente inicial.

Las dietas no sanas también afectan al cerebro

Varios estudios recientes han mostrado que comer en exceso alimentos ricos en grasas o en azúcar tiene efectos negativos en el cerebro, causando problemas de aprendizaje y de memoria. También hay informes, basados en un conjunto de tests de aprendizaje y memoria, que asocian la obesidad con problemas cognitivos. Por ejemplo, la incapacidad de recordar una lista de palabras mostrada con anterioridad variable. Naturalmente, esta relación se estableció teniendo en cuenta un conjunto de factores que incluía el nivel de educación y la presencia o no de enfermedades o trastornos médicos existentes.

Resulta particularmente relevante el hecho de que aumenta la evidencia de que los problemas cognitivos inducidos por la dieta pueden aparecer con rapidez: en semanas o incluso días. Por ejemplo, un estudio de la Universidad de Oxford mostró que los adultos que basaron su dieta en grasas durante cinco días (75% del total de calorías) tenían peores atención, memoria y estado de ánimo en comparación con quienes seguían una dieta normal.

Salchichas nadando en aciete

Otra investigación, de la Macquarie University, halló que desayunar cosas ricas en grasas o en azúcar durante apenas cuatro días provocaban los mismos problemas de memoria y aprendizaje que mostraban individuos obesos o con exceso de peso.

Todo ello viene a confirmar los resultados de diferentes estudios sobre ratones que mostraban que determinadas funciones de memoria se veían perjudicadas a los pocos días de seguir una dieta rica en azúcar o en cosas como galletas y pasteles.

La diferencia de pesos entre quienes seguían una dieta sana y quienes comían exceso de grasas y azúcar no fue muy grande. Esto significa que una dieta insana tiene consecuencias aun cuando no se perciban cambios en el peso. Dicho de otro modo, que el peso no siempre es buen predictor de buena salud interna.

No sabemos mucho acerca de los mecanismos por los cuales la dieta provoca los mencionados perjuicios en memoria y aprendizaje durante períodos tan cortos de tiempo. Un posible mecanismo está en los cambios de los niveles de glucosa que suponen dietas ricas en grasas y azúcar, que podrían influir en la resistencia a la insulina y en el metabolismo de la glucosa.

Lo que está claro es que no vale escudarse en que está delgado para no hacer ejercicio o para seguir una dieta inadecuada.

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