¿Qué es la fiebre tifoidea?

La transmisión de Salmonella typhi se produce exclusivamente de una persona a otra
La fiebre tifoidea es una enfermedad infectocontagiosa producida por una bacteria denominada Salmonella typhi. La enfermedad se caracteriza por la existencia de fiebre, síntomas abdominales, incremento del tamaño del bazo y cefalea intensa.
¿Qué es una salmonela?
La salmonela es una bacteria del grupo de las enterobacterias, constituida por un gran número de subespecies. Las enfermedades producidas por salmonelas suelen dividirse en salmonelosis gastroenteríticas (desde el punto de vista clínico se manifiesta como una gastroenteritis) y salmonelosis productoras de fiebre tifoidea.
¿Es frecuente la fiebre tifoidea?
Según los datos de que dispone la Dirección General de Salud Pública, el número de casos por 100.000 habitantes ha descendido en España durante las últimas décadas, a pesar de lo cual continúa siendo una enfermedad frecuente en nuestro país. La tasa de incidencia se cifra entre 12 y 14 casos por cada 100.000 habitantes. Aproximadamente cada año se declaran unos 5.000 casos, una cifra probablemente bastante inferior a la real.
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¿Cómo se adquiere la fiebre tifoidea?
- La transmisión de Salmonella typhi se produce exclusivamente de una persona a otra, sea como portador o como enfermo; a partir de una persona infectada la enfermedad puede pasar a una persona sana por contagio directo o bien a través de la contaminación del agua o de los alimentos (contagio indirecto).
- Una de las principales vías de contagio suele ser la ausencia de condiciones higiénicas óptimas en el suministro, en la cloración o en el consumo de agua, el uso de aguas residuales para el regadío de las huertas y la costumbre de consumir alimentos, especialmente las ostras y otros moluscos (que filtran abundantes cantidades de agua a veces contaminadas) sin previa cocción adecuada.
- Los alimentos que han sufrido una cocción intensa y larga no son infectantes, pero cuando la cocción ha sido insuficiente las salmonellas persisten en los alimentos; el helado, el chocolate, las cremas... son fuentes de contagio.
- En los países en los que se han generalizado los procesos de industrialización de los alimentos, con el aumento de la manipulación de los mismos la infección por salmonella se ha incrementado. Es habitual que la incidencia de la infección por estas bacterias aumente durante los meses de verano.
¿Cuáles son los principales síntomas de la enfermedad?
La fiebre tifoidea es más frecuente en niños, adolescentes y adultos jóvenes; como se ha señalado, el enfermo se infecta por vía digestiva y la bacteria alcanza de esta forma el intestino delgado, desde donde penetra hacia la sangre.
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- Inicialmente hay un período de incubación, que oscila entre 8 y 20 días, durante el cual el paciente no presenta ningún síntoma, lo cual dificulta que el paciente pueda recordar posteriormente cómo se produjo el contagio.
- Una vez pasado este período el paciente suele presentar tos, molestias abdominales difusas, estreñimiento, cefalea intensa y fiebre.
- En general, cuando una persona presenta fiebre se produce un incremento paralelo del número de pulsaciones por minuto; en la fiebre tifoidea es muy característico que la fiebre elevada (39,5 ºC) no se acompañe de un incremento del número de pulsaciones.
- El paciente suele permanecer postrado, se aqueja de sequedad de la lengua y en ocasiones suele presentar una erupción cutánea, generalmente en el abdomen, aunque a veces esta erupción se extiende también hacia el tórax.
¿Cuál es la evolución de la enfermedad?
La enfermedad, sin tratamiento específico, se prolonga entre cuatro y ocho semanas; cuando existe un tratamiento antibiótico contra la salmonella el enfermo experimenta una mejoría entre el tercer y el octavo día de iniciado el tratamiento. En pocas ocasiones existen complicaciones graves.
Las complicaciones más graves de la fiebre tifoidea son excepcionales e incluyen la perforación intestinal (su tratamiento es quirúrgico) y la hemorragia digestiva.
¿Cuál es el pronóstico de la enfermedad?
Afortunadamente con las técnicas diagnósticas y terapéuticas de que disponemos en la actualidad, el pronóstico de la enfermedad es bueno. Los síntomas suelen ceder con el tratamiento antibiótico antes de la primera semana de iniciado éste. En la era previa al uso de los antibióticos, la mortalidad de la fiebre tifoidea se cifraba en un 16% mientras que ahora, con un adecuado tratamiento, es inferior al 1%.
Desgraciadamente el tratamiento antibiótico no evita las recaídas, cuya frecuencia oscila entre el 1 y el 6% y suelen aparecer a partir de la segunda semana de finalizado el tratamiento antibiótico. El paciente presenta los mismos síntomas que cuando debutó la enfermedad, pero mucho más leves, y responde óptimamente al tratamiento.
¿Qué son los portadores?
A pesar de la eficacia de los antibióticos, no siempre se evita el estado de portador. Se conoce como estado de portador a una persona que tuvo una fiebre tifoidea ya curada, pero que alberga en su vesícula salmonellas con capacidad infectante.
Afortunadamente no todos los pacientes que enferman presentan un estado de portador. Hay dos situaciones que predisponen a ser portador: la presencia de cálculos en la vesícula biliary la edad en la que se produce la enfermedad.
Desde el punto de vista de la epidemiología y de la prevención, es fundamental conocer qué personas son portadoras de la enfermedad, porque pueden infectar a personas sanas. La determinación del estado de portador se realiza mediante un sencillo análisis de heces, en el cual se verifica la existencia del agente patógeno.
¿Cómo se puede prevenir la enfermedad?
Como en muchas otras enfermedades, uno de los aspectos más importantes es la prevención de la enfermedad. Mientras el paciente presente un estado de portador se debe lavar escrupulosamente las manos después de ir al lavabo y no debe realizar trabajos de cocina ni trabajos relacionados con la manipulación de los alimentos (cocinero, etc.). Es muy importante que el estado de portador se tenga especialmente controlado en el ramo de la alimentación. Ante un paciente con un proceso sospechoso de fiebre tifoidea se debe descartar la posibilidad que presente un estado de portador de Salmonella typhi.
Si estamos en un área en la que es frecuente la fiebre tifoidea, deberemos evitar el consumo de bebidas y alimentos sospechosos, y trataremos de garantizar la potabilidad bacteriológica del agua mediante una cocción perfecta de la misma. En el supuesto de que se trate de un agua sospechosa y no sea posible hervirla se procederá a añadir a cada litro de agua una o dos gotas de lejía comercial (40 a 80 mg de cloro por litro).
¿Cuál es el tratamiento de los pacientes enfermos?
Hasta hace pocos años tan sólo disponíamos de un antibiótico eficaz en la fiebre tifoidea; afortunadamente esta situación ha cambiado y se dispone de varios fármacos de eficacia demostrada y escasos efectos secundarios. Además de este tratamiento específico se realiza un tratamiento sintomático, encaminado a aliviar los síntomas del paciente (la cefalea y la fiebre fundamentalmente).
El tratamiento del portador se fundamenta en la administración más prolongada del tratamiento antibiótico.