¿Qué es la enfermedad de Hodgkin?
La llamada enfermedad de Hodgkin (EH) o linfoma de Hodgkin se engloba dentro de un grupo de enfermedades llamadas linfomas. Estos linfomas son lo que podríamos llamar en palabras llanas cánceres del sistema linfático.

El síntoma más habitual es la aparición de un bulto o hinchazón en alguna zona con ganglios, como los laterales del cuello.
El sistema linfático es un conjunto de vasos y órganos repartidos por la totalidad del cuerpo, que tienen, entre otras funciones, la de servir de defensa al organismo y de drenar fluidos desde los tejidos hasta la corriente sanguínea. Uno de los órganos de interés de este sistema lo constituyen los llamados ganglios linfáticos, que forman grupos ganglionares en zonas características del cuerpo, como por ejemplo cuello, axilas o ingles. Otros órganos importantes en el sistema linfático son el bazo o las amígdalas.
Así, los linfomas son tumores que surgen por un crecimiento anormal, canceroso, de las células que pueblan estos órganos linfáticos. Se dividen en dos grandes grupos, según ciertas características al ser observados al microscopio: Linfomas de Hodgkin o enfermedad de Hodgkin y Linfomas no de Hodgkin.
Su incidencia se sitúa en aproximadamente 3,5 casos por cada 100.000 habitantes. Es más frecuente en varones. Hay dos edades donde se sitúa su máxima frecuencia de aparición: en torno a los 20 años, y entre los 50-60 años. La causa de la enfermedad es desconocida, aunque algunos la relacionan con el virus de Epstein-Barr, causante de la mononucleosis infecciosa.
¿Qué síntomas presenta la EH?
El primer signo y el más frecuente por el que se suele acudir al médico es la aparición de un bulto o hinchazón, no doloroso, en alguna de las zonas del cuerpo con ganglios linfáticos (lo más frecuente es que aparezcan en los laterales del cuello). En principio, ante esta aparición de ganglios engrosados o aumentados de tamaño no tenemos que pensar en un linfoma, ya que este aumento ganglionar suele producirse como una respuesta normal y natural del organismo a muchas de las infecciones benignas a las que estamos expuestos. De todas formas, sí conviene acudir al médico de cabecera para que pueda comprobar de qué situación se trata.
Otras veces la presentación de la enfermedad se traduce en el hallazgo de una masa anormal en el tórax que es visible en una radiografía. En estos casos puede haber tos y otros síntomas respiratorios.
Otros síntomas que pueden acompañar son: fiebre, cansancio generalizado, pérdida de peso, sudores nocturnos o picor generalizado de la piel.
En algunos casos, no sólo pueden estar afectados los ganglios linfáticos, sino también otros órganos del cuerpo. Es lo que se denomina afectación extraganglionar, por ejemplo: hígado, bazo, pulmones, médula ósea. Esta infiltración del linfoma a dichos órganos podrá producir otros síntomas, como dolores o molestias abdominales, dificultades respiratorias, etc.
¿Cómo se diagnostica la EH?
Aunque el primer síntoma suele ser la aparición externa de un bulto por afectación ganglionar, existen muchos ganglios en el interior del organismo que no se pueden apreciar por la simple exploración del médico, y que pueden estar afectados. Por ello, ante la sospecha de una EH es necesario hacer un estudio completo del paciente, y lo que se denomina un "estudio de extensión", para comprobar hasta dónde se ha diseminado la enfermedad. Ello influirá posteriormente en el tipo de tratamiento que habrá que aplicar.
Análisis de sangre
El análisis de sangre permite encontrar aumento de la velocidad de sedimentación, anemia, disminución de linfocitos (células de defensa)...
Radiografías y escáner (TAC)
Son pruebas de imagen que nos permiten detectar afectación de zonas internas del cuerpo, para ver la diseminación que haya podido tener el linfoma. Con el TAC se pueden observar ganglios de tórax, abdomen, pelvis, el bazo, y otras estructuras sospechosas de estar infiltradas.
Biopsias
- Biopsia del ganglio o grupo ganglionar afectado. Es la prueba que da el diagnóstico definitivo de la existencia de una EH. Puede hacerse una punción del ganglio con una aguja, o bien se puede extirpar todo el ganglio y proceder a su análisis microscópico completo.
- De médula ósea y de hígado. Son biopsias complementarias que se realizan como parte del estudio de extensión, y permiten conocer la afectación o normalidad de estas estructuras.
Laparotomía exploradora
Es una intervención compleja que consiste en intervenir quirúrgicamente al paciente por vía abdominal, explorando completamente todos los órganos y estructuras que en esta zona se encuentran y extirpando lo que se considere necesario. Sólo está indicada en casos poco avanzados de la enfermedad, y no es frecuente su realización.
¿Cuál es el tratamiento de la EH?
El tratamiento de la EH generalmente comprende la administración de quimioterapia, o quimioterapia más radioterapia. El tipo de tratamiento vendrá determinado por el número de zonas ganglionares afectadas, y el tipo de células implicadas en la enfermedad. La EH suele clasificarse en estadios, según la afectación de regiones ganglionares o extraganglionares. De forma sencilla, podemos decir que el estadio I corresponde a formas iniciales o poco avanzadas de la enfermedad, y que el estadio IV corresponde a formas avanzadas. Entre éstos, existen otros estadios que corresponderían a formas intermedias.
Radioterapia
En algunos casos puede ser el único tratamiento que necesitan los pacientes, pero esto no es lo más habitual. Se aplica como única terapia en los casos muy iniciales de la EH. Suele consistir en sesiones diarias de tratamiento, durante varias semanas, descansando los fines de semana.
Quimioterapia
Generalmente se administra en forma de inyecciones intravenosas y en tratamiento extrahospitalario (tratamiento u hospital de día). La pauta suele ser dos semanas de tratamiento-dos semanas de descanso (puede variar según pacientes o centros), y el número total de ciclos oscila entre 6 y 8. Algunos de los efectos secundarios que puede producir la quimioterapia son: pérdida del cabello, que vuelve a crecer después de finalizar el tratamiento; malestar general, cansancio; sensación de náuseas, vómitos; inmunodepresión, es decir, disminución de las defensas del organismo, llevando consigo la posibilidad de contraer infecciones con más facilidad; riesgo de desarrollar una leucemia aguda al cabo de los años, por la propia EH, y por los fármacos que se administran (es un riesgo muy bajo). En varones, produce esterilidad, por lo que deben ser advertidos de la posibilidad de acudir previamente a bancos de esperma para guardar su semen congelado, en el caso de que deseen tener hijos en el futuro.
Pronóstico de la Enfermedad de Hodgkin
Aunque es una enfermedad seria, importante, hay grandes posibilidades de curación, sobre todo si es diagnosticada y empezada a tratar en lo que hemos denominado antes estadios iniciales o poco avanzados.
Las cifras generales de curación oscilan entre un 50 y un 75%.