La ecografía ha demostrado ser una técnica muy asequible, totalmente inocua tanto para la madre como para el feto y de gran rentabilidad diagnóstica. La ecografía del 2º trimestre, también llamada de las veinte semanas o de alta resolución, es una de las tres ecografías consideradas imprescindibles en el seguimiento de un embarazo.

La ecografía de las 20 semanas debe realizarse entre las semanas 18 y 20 de la gestación.
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Actualmente se emplea como técnica de diagnóstico prenatal pero también para el estudio del bienestar fetal y, cuando se emplea asociada a la técnica de Doppler color, sirve también para el estudio de la circulación sanguínea entre la madre y su feto.
¿Para qué sirve?
Se estima que entre un 3% y un 6% de los recién nacidos tendrán algún tipo de anomalía. De éstas, aproximadamente un 12% corresponden a alteraciones de los cromosomas de las células, las llamadas cromosomopatías; un 28% corresponden a enfermedades genéticas complejas; y un 60% a anomalías o defectos de las estructuras o de los órganos del feto. Es importante señalar que esta técnica no puede diagnosticar ni las alteraciones de los cromosomas (como el síndrome de Down o mongolismo) ni las enfermedades genéticas. Para la correcta identificación de estas anomalías se precisan otro tipo de técnicas como la amniocentesis o extracción de líquido amniótico de la madre para estudiar el cariotipo del feto. Por lo tanto, esta ecografía sirve para detectar las malformaciones de los órganos del feto.
La ecografía de alta resolución permite el diagnóstico de hasta el 85% de las malformaciones que tengan una cierta manifestación estructural o morfológica. Permite asimismo identificar lesiones incompatibles con la vida, lo que podrá llevar a los padres a tomar la decisión de interrumpir el embarazo por esta causa. Permite, por último, identificar lesiones fetales que pueden recibir tratamiento intrauterino o en el momento del nacimiento.
¿Cuáles son sus limitaciones?
Esta técnica, como todas las pruebas usadas en Medicina, tiene sus limitaciones:
Relacionadas con las malformaciones
- Muchas anomalías aparecen de modo tardío, como la hidrocefalia o agrandamiento del tamaño de la cabeza del feto, infecciones del feto, etc. por lo que no podrán ser diagnosticadas hasta que aparezcan.
- Algunos órganos, como los riñones, no se pueden visualizar en el segundo trimestre y, en su ausencia, las cápsulas suprarrenales con frecuencia ocupan la posición dejada por éstos, simulando su presencia.
- Algunos órganos comienzan a formarse en el segundo trimestre, terminando su desarrollo al final del embarazo, como el llamado cuerpo calloso, estructura que comunica ambos hemisferios cerebrales, por lo que no será posible diagnosticar su falta de desarrollo.
Debidas al material
Se recomienda realizar el diagnóstico de malformaciones fetales con un ecógrafo de alta resolución equipado con otra técnica llamada Doppler color. Incluso con equipos de alta resolución, ciertas anomalías son demasiado pequeñas para poder ser visualizadas, como pueden ser pequeñas comunicaciones entre los ventrículos del corazón.
Debidas a la experiencia del médico ecografista
Se hace necesaria la alta cualificación y experiencia del ginecólogo para poder realizar esta técnica.
Limitaciones técnicas
Los ultrasonidos, elemento fundamental de la ecografía, se ralentizan en el tejido graso (con respecto del medio líquido o el tejido muscular), por lo que la obesidad empeora la calidad de la imagen.
Las limitaciones expuestas determinan que la ecografía de alta resolución puede detectar hasta el 70%-85% de las malformaciones. Las anomalías del corazón son las más difíciles de detectar (aproximadamente se detecta una de cada tres).
Como antes veíamos, y nos parece extraordinariamente importante recordar, las alteraciones de los cromosomas (ejemplo el mongolismo) no pueden ser diagnosticadas por esta ecografía, pero ciertas anomalías ecográficas son típicas de algunos síndromes por lo que pueden servir de marcadores indirectos e inducirnos a recomendar otras técnicas como la amniocentesis, con la que podremos analizar las alteraciones de los cromosomas. Por ejemplo, la aparición de un signo ecográfico llamado pliegue nucal mayor de 6mm aunque puede detectarse en niños normales es mucho más frecuente en fetos con síndrome de Down o mongolismo, por lo que su detección supone un riesgo de uno entre cien de padecer esta enfermedad. Recientemente se han descrito otros marcadores ecográficos de síndrome de Down como la longitud del hueso nasal. El ecografista podrá sugerir en estos casos la realización de una amniocentesis genética para descartar la enfermedad
¿Cuándo debe realizarse?
Esta prueba debe realizarse entre las semanas 18 y 20 de la gestación. Es en este momento cuando se ha demostrado que pueden descubrirse la mayor parte de las anomalías fetales incompatibles con la vida. Antes de la semana 18 el reducido tamaño del feto impide una adecuada visualización de sus órganos.
Por otra parte, la legislación vigente permite la interrupción voluntaria del embarazo por malformaciones del feto hasta la semana 22 de gestación, por lo que si se detecta alguna alteración importante se puede plantear dicha interrupción dentro de los plazos establecidos por la ley.
¿Cómo se realiza?
Se trata de una técnica que se practica por vía abdominal y permite la visualización del feto y su entorno, es decir, la placenta, el líquido amniótico, etc.
Es necesario que la ecografía de las 20 semanas se practique por médicos ginecólogos con la suficiente capacitación ecográfica (habitualmente acreditada en España por el llamado Nivel III de ecografía) mediante un ecógrafo de alta resolución, equipado con otra técnica llamada sistema Doppler. La prueba puede llevar al médico unos veinte minutos. Generalmente se solicita a la madre que firme un documento de consentimiento informado, es decir, un documento en el que el médico explica a la paciente en qué consiste la prueba, qué se puede esperar de ella y sus limitaciones y la embarazada acepta o consiente hacérsela.
Decíamos que esta ecografía sirve también para estudiar el bienestar fetal mediante la determinación de distintas medidas del feto, lo que permite la valoración del crecimiento, así como la estimación de su peso al nacimiento. La determinación del llamado perfil biofísico fetal valora el estado de salud general del feto.
Por último, la realización de la técnica Doppler color materno-fetal permite la detección de alteraciones en la circulación materno-fetal y es útil en algunas enfermedades de la madre como en la diabetes o en la hipertensión arterial, en las que se podría ver afectada la circulación y comprometer el crecimiento del feto. En cualquier caso, aunque la ecografía de alta resolución orienta sobre la condición fetal, no tiene por sí sola un valor absoluto para asegurar el bienestar de aquél.