Congelaciones en extremidades

¿Qué son y a quiénes afectan?

Las lesiones por congelación afectan con frecuencia a manos y pies. Dentro del ámbito deportivo, el alpinismo, la práctica del esquí, sobre todo en la modalidad de esquí de travesía, y las actividades de vuelo libre, ala delta y parapente, son las causas principales de los accidentes por congelación.

La congelación constituye fundamentalmente un problema de los vasos sanguíneos que pueden lesionarse de forma grave e irreversible. La circulación de la sangre se interrumpe y las venas y arterias de los tejidos congelados se obstruyen con trombos. Cuando un tejido se congela, se forman cristales de hielo en su interior. El tejido lesionado por congelación se parece al tejido lesionado por una quemadura.

En el caso del alpinismo, las condiciones extremas en las que se realiza la escalada a gran altitud, la fatiga y la temperatura extremadamente baja, junto con la escasa concentración de oxígeno en la sangre, el excesivo número de glóbulos rojos en la misma, la deshidratación, los traumatismos asociados y el retraso en la asistencia médica, por las dificultades que a menudo entraña el rescate, son algunos de los factores que agravan dichas lesiones.

¿Cómo se manifiestan?

Las formas más leves de lesión por frío se denominan sabañones y tienden a producirse en las partes más lejanas del núcleo del cuerpo, como los lóbulos de las orejas, la nariz, las mejillas, los dedos de las manos y de los pies. Estos sabañones representan un daño reversible caracterizado por molestias y palidez y acorchamiento de la piel. Pueden prevenirse con el uso de ropas de abrigo, y tratarse con un simple recalentamiento.

Las congelaciones se clasifican según su gravedad:

Superficiales

  • De primer grado: se manifiestan con enrojecimiento e hinchazón de la zona.
  • De segundo grado: las de segundo grado con formación de vesículas, ampollas y úlceras; las de segundo grado profundo

Profundas

  • De segundo grado profundo: con formación de ampollas con sangre y una coloración gris azulada de la piel.
  • De tercer grado: presentan lesiones de los tejidos subcutáneos (debajo de la piel), músculos, tendones y huesos que conducen a necrosis o muerte de las células de los tejidos, y se manifiestan con formación de manchas, secas y negras.

A menudo son necesarios de cuatro a cinco días para conocer si las lesiones son superficiales o profundas y aproximadamente 45 días para que se definan los límites de la necrosis o muerte de las células.

Además, una congelación superficial no es un indicador fiable de la ausencia de afectación de los tejidos profundos. No es infrecuente, por tanto, que congelaciones consideradas inicialmente como graves se recuperen satisfactoriamente, mientras que otras de aspecto más favorable degeneren en necrosis –la temida gangrena– y requieran la amputación del miembro afectado.

¿Cómo se diagnostican estas lesiones?

El antecedente de una exposición prolongada al frío es un elemento fundamental que puede indicar que existe una lesión por congelación. El examen físico nos ayudará a clasificar el tipo de las lesiones en superficiales o profundas.

La realización de una técnica llamada gammagrafía ósea ha permitido que, entre los dos y cuatro días posteriores a la exposición al frío, se conozca, la extensión de la necrosis o muerte de las células del hueso y definir correctamente el nivel de amputación de la extremidad lesionada. Esta técnica está indicada en las lesiones por congelación y ayuda a establecer el pronóstico precozmente.

¿Cómo se tratan las congelaciones?

Se han empleado distintos métodos de recalentamiento de las extremidades afectadas por un proceso de congelación.

En primer lugar se debería calentar el núcleo corporal antes de tratar las áreas locales lesionadas por el frío. A continuación se puede recalentar una extremidad congelada sumergiéndola en agua entre 10º y 15º centígrados, elevando la temperatura 5º cada 5 minutos hasta un máximo de 40º centígrados. Es decir, se debe realizar un calentamiento progresivo de la zona congelada.

Además se puede aplicar un tratamiento conservador consistente en reposo, elevación de la extremidad lesionada, aplicación de la vacuna antitetánica y antibióticos si se sospecha infección.

Cuando existan vesículas y ampollas deben drenarse precozmente y lavar con antisépticos, instaurando cuanto antes la fisioterapia correspondiente. Emplearemos analgésicos y antiinflamatorios para aliviar el dolor. En estos casos están absolutamente contraindicados el tabaco y el alcohol. Es importante no caminar, llevar peso ni ejercer una presión excesiva sobre las áreas congeladas que se someten a descongelación.

Sólo en los casos más graves y que no hayan respondido a los tratamientos anteriores será necesaria una reconstrucción o la amputación de la extremidad congelada.

¿Qué secuelas pueden quedar después de una congelación?

Tras la congelación de una extremidad pueden quedar algunas secuelas, como sudoración excesiva de la piel de la zona, dolor, insensibilidad al frío, acorchamiento, color anormal de la piel, piel seca y quebradiza, dolores articulares, inflamación de las articulaciones, alteraciones de las uñas, etc. Estos síntomas o alteraciones pueden empeorar durante el invierno y tras la nueva exposición al frío.

¿Se pueden prevenir las congelaciones?

La mayor parte de las lesiones por frío se pueden evitar exponiéndose de una forma gradual a bajas temperaturas y utilizando ropas apropiadas cuando las temperaturas son próximas o inferiores a las de congelación.

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