Le ayudarán, entre otras cosas, a no obsesionarse.

Desde un punto de vista puramente clínico, la gama de trastornos alimentarios con los que trabajamos se ha vuelto mucho más variada. Mucha gente muestra síntomas de ansiedad por tener en cuenta no sólo la ingesta calórica y el tamaño de las porciones, sino por temas como "comer limpio", "dieta paleo" o “sin gluten” o cualquier otra de las muchas tendencias alimentarias actualmente en boga.
La sociedad está creando un fetiche con la comida. Hay tantísima información nutricional (mucha de ella sin base científica alguna), recetas, imágenes de platos y alimentos, por no hablar de la legión de dietas y artículos sobre qué comer y qué no comer, que resulta difícil sustraerse a las modas.
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Es normal (y beneficioso) disfrutar de la comida y por supuesto pensar en elegir correctamente los alimentos, pero hay una fina línea, muy fácil de saltar, entre pensar cuidadosamente en lo que ponemos y convertirlo en una obsesión.
Estos consejos, de la psicóloga Dra. Linda Papadopoulos, experta en Nutrición, están dirigidos a evitar preocupaciones a los comedores “emocionales”, a los seguidores de dietas yoyó y a los obsesos con lo que comen… aunque no sólo a ellos. Quizá les ayuden a llevarse mejor con la comida.
1. Coma de todo… con moderación.
En el momento en que nos planteamos hacer algo prohibido, es muy probable sentirse culpable al lograrlo. Los juicios de valor que hacemos de la comida pueden cambiar la forma en que se aborda el comer. Por ejemplo, un trozo de pastel no es sólo eso: un pastel, sino que plantea un problema moral: ¿Estoy siendo bueno? ¡Pues claro!, es la respuesta: Es sólo un pastel. Planteárselo así será la mejor manera de comer un trozo pequeño.
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2. Escuche al cuerpo
El tamaño de los platos en los restaurantes ha aumentado significativamente en las últimas décadas. Eso significa que el viejo adagio de comerse todo lo que hay en el plato será de buena educación, pero ha perdido su razón de ser, a no ser que se sirva usted mismo, o indique al camarero que no quiere una ración muy grande.
En el otro extremo, las personas que hacen régimen o los que restringen los alimentos pasan tanto tiempo preocupándose por lo que comen que se olvidan de cómo responder al hambre que manifiesta el cuerpo.

Recuerde, el cuerpo es generalmente muy listo para decirnos cuándo comer -y cuándo estamos llenos- pero hay que aprender a escucharlo. Así que coma atentamente, prestando atención a la respuesta del cuerpo a la comida, pero sin llegar a ser crítico.
3. Olvide el aburrimiento y la ansiedad
Coma cuando tenga hambre, no cuando esté aburrido o en momentos de ansiedad. Los sentimientos no deben influir en la comida.
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4. No se obsesione con la comida
Todos los trastornos alimentarios tienen algo en común: pensar demasiado en la comida. Sí, la comida es uno de los placeres de la vida y se debe disfrutar comiendo, pero hay un montón de otros placeres por ahí fuera. Si se encuentra constantemente obsesionado con la comida, es llegado el momento de diversificar en que se centra y con qué se compromete.
5. Déjese de comparaciones
Tanto sus necesidades nutricionales como su cuerpo son diferentes de los de los demás. De modo que no base lo que es correcto para usted en lo que hacen otros. Escuche lo que su cuerpo le dice y, lo más importante, respete su cuerpo lo suficiente para alimentarlo y nutrirlo equilibradamente.
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