Están enamorados, ya han fijado fecha para la boda, la han planeado hasta el último detalle y se mueren de ganas de ser “señor y señora”. Pero, antes de desfilar pasillo adelante, quizá habría que considerar algunos temas en que convendría estar de acuerdo. Porque no siempre se da, este acuerdo.
Estas doce preguntas pueden dar que pensar. ¿Es un enfoque demasiado simplista de la vida en pareja? No, no lo creemos. Al contrario, pueden resultar incómodas solo de leerlas. No digamos ya de formularlas… o de responderlas.
1. ¿Quieres tener hijos?
Hay quien opina que la razón fundamental para casarse es formar una familia, mientras que hay personas para quienes los hijos no entran siquiera en la ecuación. ¿Estás seguro de tus sentimientos hacia los niños? ¿Y de los de tu pareja? Hay parejas que no se sienten cómodas con esta conversación y… pueden aplazarla “hasta después”, cuando puede ser tarde. No debería suceder: estar de acuerdo en este punto es crucial.

2. ¿Qué vamos a hacer en Navidades?
Esto –las Navidades, Semanas Santas, y otros eventos culturales y religiosos– puede ser territorio minado, un campo de minas. Es habitual tender a mantener las tradiciones de nuestra niñez; y puede ser incómodo y frustrante pasar las fiestas de forma diferente a la de siempre. Podemos encontrarnos que nuestra pareja espera tener sistemáticamente a sus padres viviendo en casa. O que sus padres esperan siempre tener a la joven pareja en la suya. ¿Han hablado de esto? ¿Hay acuerdo posible entre lo que cada uno querría?
3. ¿Te caen bien mis padres?
Muchos de nosotros tenemos padres con cierta ambición respecto a sus hijos y, definitivamente, es inevitable que aparezca cuando llega la hora de presentarnos al yerno o a la nuera. ¿Le gusta usted a sus futuros suegros? ¿A sus propios padres le gusta su futura pareja? La gente tiende a obviar estos “detalles”, y es un error. Ambos, usted y su pareja, tienen que ser sinceros en sus sentimientos hacia la familia política y en qué medida va a ser necesario ayudarse mutuamente en sus relaciones con ellos, de resultar éstas difíciles. Por ejemplo, pueden surgir problemas serios cuando un miembro de la pareja cierra filas con sus padres en lugar de cerrarlas con el otro miembro.
4. ¿Cuál es tu domingo perfecto?
Puede darse el caso de que uno salte de la cama y salga a correr o emprenda una limpieza semanal mientras el otro duerme hasta las tantas. Esto puede estar bien cuando se es joven y empieza una relación, pero ¿es sostenible a largo plazo? A lo mejor uno piensa que es perder el día, estar tumbado en el sofá viendo vídeos en lugar de salir. Y, el otro, que ya ha trabajado lo suficiente toda la semana y se ha ganado siestas interminables los domingos. Es buena idea, fijar posturas acerca del ocio y asegurarse de estar en la misma onda.
5. ¿Con qué frecuencia vamos a salir por separado?
Si llevan juntos cierto tiempo, o han crecido juntos o han ido a la misma universidad es posible tener amigos comunes. Pero ¿qué sucede con los propios amigos, los de cada uno? Después de casarse ¿espera seguir saliendo de copas con ellos, como hasta ahora? Hay opiniones muy, muy encontradas sobre esto, entre parejas. De nuevo, conviene tener bien claro la opinión de cada cual.
6. ¿Mantenerse en forma es prioritario para ti?
Puede darse el caso de tener ambos actitudes similares en materia de ejercicio, incluso pueden hacerlo juntos. ¿Seguirá siendo así tras casarse? ¿Qué pasará cuando lleguen los niños? Siempre es bueno saber a qué atenerse y cómo encararán el ejercicio cuando la vida y las prioridades cambien y cuando surjan nuevas obligaciones y compromisos. Sería un error asumir que nuestra pareja estará feliz viéndonos salir el domingo a jugar al pádel con los amigos. Él (o élla) podrán pensar que eso pasará después de la boda. Merece la pena comprobar qué es y qué no va a ser negociable.

7. ¿Cómo tomaremos las vacaciones? Y… ¿siempre juntos?
Lo más probable es que antes de casarse ya hayan tomado vacaciones juntos, pero la gente cambia, con el tiempo. Los hombres, en particular, buscan a menudo algo de soledad para jugar al golf o irse de pesca. Las mujeres pueden quizá disfrutar de un fin de semana en un spa, con amigas. ¿Pueden conciliarse ambas pretensiones? ¿Los dos disfrutan lo mismo viendo mundo o a alguno le va a dar más pereza según se haga mayor? Puede ser buena idea hacer por separado una lista de los viajes que cada uno querría hacer y ver cómo casan con los del otro.
8. ¿Qué haremos en fechas señaladas?
Encontrar tiempo para la pareja no siempre es fácil, sobre todo cuando hay que pagar la hipoteca y el colegio de los niños y la luz y la compra y... Pero antes de la boda deberían pensar en cómo van a buscar tiempo para su vida de pareja. Las parejas que lo hacen tienen relaciones más placenteras y románticas.
9. ¿Qué quieres hacer por las tardes? ¿Y por las noches?
Es frecuente que después de la boda uno de los dos piense que deberían pasar más tiempo juntos, las tardes y noches. Esto no siempre funciona. Si uno de los dos trabaja sistemáticamente más tiempo que el otro, las posibilidades de pasar las tardes y veladas juntos son pocas. El que está en casa puede sentirse solo o ninguneado, aun sabiendo que el sentimiento no es razonable. Si es su caso, hay muchas cosas que hacer: vaya a ver a sus padres, al gimnasio o salga con amigos en su misma situación. Lo podrá pasar bien y no tendrá esa sensación frustrante de antes. Y dependerá un poco menos de su pareja.
10. ¿Te interesan mis aficiones?
Es uno de los caballos de batalla de muchos matrimonios: en qué vamos a gastar dinero. Una entrada para la Champions League o para un Madrid-Barcelona puede parecer un gasto innecesario para uno e irrenunciable para el otro. O puede pensar que esas clases de baile son algo más que un fastidio que le quita tiempo y que resultan caras. Háblenlo. Y asegúrense de que ambos respetan las aficiones del otro, y el dinero que conllevan.
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11. Sexo: ¿Con qué frecuencia?
Es sorprendente a qué velocidad puede enfriarse la pasión, en particular si la planificación de la boda ha sido larga y laboriosa. Hay que hacer planes respecto al sexo, cuánto (y de calidad), para después del viaje de novios, cuando la rutina asoma. Caer en el error de pensar que el sexo surge espontáneamente, puede provocar que se encuentre chocante lo rápido que pasa a ser una extraña ocurrencia.
12. ¿Qué piensas sobre el dinero?
Parece que hoy día éste es el tema que más difícil resulta de hablar en la pareja. Allá que vamos con religión, política y sexo, pero evitamos hablar de dinero en lo posible. Es recomendable una actitud similar a la del gasto, en la pregunta 10: uno podría ser ahorrador y el otro gastador. Hay que lograr un buen acuerdo antes de que las cosas –puede ser inevitable– se enconen. Las discusiones de dinero pueden convertir el matrimonio en una relación muy difícil. Eso tan mono de “contigo, pan y cebolla” puede funcionar, ¡pero no siempre!