Pregunta
Hace unos 2 años sufrí unas leves molestias al orinar (escozor, ganas de orinar que al final acaban en unas gotas, etc. ), que tras el correspondiente análisis, desaparecen con Amoxicilina al cabo de una semana. Esto se repite un par de veces más, una de ellas caracterizada por fuertes dolores al orinar, y al no orinar también, acompañado de sangre en la orina. La ecografia muestra todo normal. Una uretrocistografía muestra la probable existencia de un pólipo en la parte alta de la uretra. Me intervienen entonces y se extrae un uretrocele. Tras la intervencion he sufrido 3 episodios más de infección, de mismos síntomas (pero sin hematuria). ¿Qué me pasa? Gracias de antemano.
Respuesta
Me gustaría hablarle un poco de la anatomía del aparato urinario para que no haya dificultades a la hora de entender mi respuesta.
La orina formada en los riñones desciende por el interior de dos conductos llamados uréteres hacia una bolsa en la que se acumula, que es la vejiga. La orina se evacúa de la vejiga al exterior en el acto de la micción por medio de la uretra.
La historia que usted me cuenta es muy común en el caso del ureterocele. Este trastorno consiste en un ensanchamiento en forma de globo de la parte que rodea la embocadura del uréter en la vejiga, hacia ésta. Es decir, se trata de una hinchazón de la parte más inferior del uréter que puede producir compresión del mismo o de la vejiga, dificultando la salida de la orina y que puede incluso producir una obstrucción urinaria completa.
Cuando se visualiza esta dilatación en una ecografía vesical o en una uretrocistografía es muy común que el diagnóstico que pueda darse sea el de un pólipo vesical, como fue su caso. En la intervención quirúrgica se vio ya la causa real del problema y se actúo en consonancia, cortando esa zona y restaurando la estructura del aparato urinario que estaba siendo comprimida. La actitud en todo momento ha sido la lógica para este problema.
Sin embargo, la operación se realizó por resección transuretral y es posible que este tipo de cirugía que, por otro lado, es más cómoda y de menor riesgo para el paciente, no pueda ofrecer garantía completa de una restauración anatómica adecuada de los tejidos afectados.
Es habitual que tras una operación en el aparato genitourinario puedan darse infecciones repetidas, pero lo cierto es que si han persistido durante más tiempo del razonable, puede deberse a que ciertas anomalías anatómicas permanezcan aún, favoreciendo la retención indeseable de la orina en la vejiga y, con ello, la infección urinaria.
También podría ocurrir que el ureterocele no se eliminase del todo, en cuyo caso el problema inicial, aunque en menor grado, estaría aún presente. Y también podría ocurrir que padeciese de prostatitis crónica o de cistitis, que sin hallarse en relación con las causas del ureterocele y su intervención, se estuviesen desarrollando de modo coincidente en estos últimos meses.
En cualquier caso, observo por su relato que las infecciones que ha padecido posteriormente han respondido favorablemente a tratamientos convencionales para las infecciones urinarias. Por ello, no creo que deba preocuparse en exceso, pero sí le aconsejo que mantenga un seguimiento con su especialista, pues es posible que siga padeciendo de futuras infecciones urinarias.
Su urólogo incluso podría plantearse realizar nuevas exploraciones para asegurarse de que no continúa habiendo aún una anomalía anatómica que provoque un mayor riesgo de infección urinaria.
Cordialmente,
Dr. Alfonso Santiago Marí.